El
gusto es el sentido corporal que nos permite experimentar sensaciones gracias al
sabor de los alimentos. Pero el gusto no se restringe a la alimentación, sino
que se extiende incluso a las relaciones personales, cuando, por ejemplo, nos
referimos a sabores para cualificar el carácter de una persona.
Decimos
que alguien es dulce cuando lo consideramos afable, dócil y sensible.
Las personas dulces se preocupan por los demás y son capaces de tragarse una
ofensa por no lastimar a quien le haya ofendido. Son personas cuya compañía resulta
tan placentera como el chocolate. Pero cuidado, que demasiado azúcar puede
resultar empalagoso.
En España, el
adjetivo salado se aplica a aquellas personas que resultan
divertidas, simpáticas e ingeniosas, que cautivan fácilmente a quienes le rodean con su buen
humor. Pero ¡ojo!, en Uruguay, una persona salada es alguien repelente,
insoportable, es decir, todo lo contrario que en España. Y en América Central,
Antillas, Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela, este adjetivo se aplica a una
persona desafortunada.
Por
otro lado, las personas ácidas son aquellas que tienen un humor
sarcástico, hiriente, ofensivo, burlón. Este tipo de persona disfruta generando
polémicas, así que lo mejor es no darles cuerda. Suelen tener una inteligencia refinada,
pero la usan de manera ponzoñosa. El azúcar es la mejor opción para enfrentar
un limón, así como en la culinaria, en las relaciones humanas, la acidez se
neutraliza con dulzura.
A su
vez, el adjetivo amargo, o, mejor dicho, amargado se aplica a aquellas
personas de trato áspero, que suelen estar enfadadas y mantienen una actitud
negativa ante la vida. Suelen ser personas heridas emocionalmente que terminan
por herir a los demás. No sé si la dulzura puede corregir la amargura, pero lo
cierto es que muchos amargados tratan de aplacar sus aflicciones con golosinas.
Además, se dice que alguien es soso cuando tiene poca sal, es decir, cuando carece de gracia y viveza, que es rancio cuando piensa o actúa de forma anticuada, que es empalagoso cuando causa fastidio por su zalamería y afectación, y, por último, que es intragable cuando no se puede tolerar.
Además, se dice que alguien es soso cuando tiene poca sal, es decir, cuando carece de gracia y viveza, que es rancio cuando piensa o actúa de forma anticuada, que es empalagoso cuando causa fastidio por su zalamería y afectación, y, por último, que es intragable cuando no se puede tolerar.
La
relación entre sabores, personalidad y alimentos también se ve reflejada en
varias expresiones idiomáticas, como:
«Ser
más bueno que el pan», para referirse a alguien dulce, tierno.
«Ser
un bombón», para referirse a alguien muy guapo.
«Ser un yogurín», para referirse a alguien muy jovencito.
«Ser un melón», para referirse a alguien muy tonto.
«Estar/ser
más fresco que una lechuga», se puede usar con dos sentidos: para referirse
a alguien que está descansado y animado, o aun, para referirse a alguien desvergonzado,
que abusa de la confianza de los demás.
«Ser
un chorizo», en Argentina, significa ser un ladrón. En España ser un chorizo también significa ser un ladrón. En las manifestaciones contra el Gobierno siempre hay alguna pancarta que dice «no hay pan para tanto chorizo».
«Ser
un churro», en Paraguay y en algunas partes de Colombia, significa ser
atractivo. En Argentina se refiere a una persona atractiva, pero también designa
un cigarrillo de marihuana, así como en México. En España y en algunas partes
de Colombia, también se usa como sinónimo de chapuza, de un trabajo mal hecho,
de mala calidad.
«Estar
como un fideo», para referirse a alguien muy delgado.
«Estar
de mala leche», se refiere a alguien que está de mal humor.
«Estar
hasta en la sopa», para referirse a alguien que está en todas partes.
«Estar
como zanahoria», se refiere a una persona que se encuentra sana.
«Estar
como un queso», para referirse a alguien atractivo.
«Estar
avinagrado», para referirse a alguien que tienen una actitud negativa,
amargada.
«Ponerse
como un tomate», se refiere al hecho de ponerse colorado de vergüenza.
«Perder el mojo», se refiere a perder la esencia, el encanto.
«Estar en su salsa», se dice cuando uno disfruta de algo que está haciendo y se siente como pez en el agua o como Pedro por su casa, es decir, muy cómodo, muy a gusto.
«Tener miga», significa tener sustancia, tener contenido.
«Perder el mojo», se refiere a perder la esencia, el encanto.
«Estar en su salsa», se dice cuando uno disfruta de algo que está haciendo y se siente como pez en el agua o como Pedro por su casa, es decir, muy cómodo, muy a gusto.
«Tener miga», significa tener sustancia, tener contenido.